jueves, 10 de abril de 2014

Eniel y Dalia


-Muchos han compartido una parte de su historia y esto se los agradezco de todo corazón. – Dijo Alara quien desde que las historias empezaran a contarse había guardado silencio y compostura a diferencia de su habitual actitud juguetona y poco seria. – Mi gente, los Devas, somos seres peculiares para muchos pero si algo nos define es el valor que le damos a las historias. Después de tantas vidas entrelazadas y vividas, tan diferentes unas de otras podríamos decir que más que vernos como carne y hueso nos vemos como historias que danzan y juegan juntas para darnos vida.

- En esta vida aun soy joven para los estándares de los míos y es mucho lo que aún no recuerdo de cuanto fui en previas historias mas el templo que acabamos de pasar me trae rumores de una vida largo tiempo atrás que danza ya en mis labios, una historia de una vida ya hace tiempo olvidada en épocas  poco posteriores al cataclismo. La historia de Eniel y Dalia.-

-En esta región hace casi 5000 años existía un reino llamado Tiardos que había logrado establecerse con sobrevivientes de las civilizaciones destruidas por el cataclismo. No tenían mucho pero se tenían los unos a los otros y para Eniel y Dalia eso era suficiente. Pero la paz que conociera en sus inicios este pueblo no estaba destinada a durar y extrañas criaturas empezaron a reunir sus fuerzas y arrasar las aldeas de la gente de Tiardos. Un ejército compuesto de toda clase de monstruos surgidos en el tiempo del cataclismo.
  La gente de Tiardos se preparó para la guerra y Eniel fue llamado como todos los hombres en edad de luchar al frente de batalla, con el tiempo volviéndose líder tanto de los ejércitos como del pueblo. Su deber impidiéndole reunirse con su amada. Por 7 años se extendió la guerra y por siete años la gente de Tiardos hizo cuanto pudo por sobrevivir los constantes embates de los monstruos.  Hasta que al final toda la población del reino se hallaba resguardada en el valle de Eniel, nombrado así por el soberano que se encargaba de su resguardo.-

-Pero Eniel pudo ver como su pueblo pronto caería y en su desesperación por hallar alguna salvación investigo los relatos de muchos sobrevivientes que hablaban de una mujer envuelta en sombras y luz de luna que les había protegido de los monstruos y que aún vivía afuera del valle en las montañas manteniendo a los monstruos controlados. Sin saber que más hacer para salvar a su pueblo Eniel partió en busca de un milagro.-

-Tras peligrosas jornadas  logró hallar una cabaña perdida a mitad de un bosque y al pie de una montaña, en esta halló a la mujer cubierta por sombras y luz de luna, instintivamente se arrodillo ante ella pues entendía que se encontraba ante una diosa. Eniel alzo su voz en plegaria rogando por su gente. “Tu pesar despierta mi compasión joven rey pero fuera de la caricia de mis rayos y el abrigo de la noche es poco lo que puedo brindarte. Mis hermanos y yo hemos sido separados de tu mundo y mi poder no puede auxiliarte sin pagar un terrible precio.” Le dijo la diosa a Eniel y sus palabras retumbaron en todo su ser pero aquel que comprendía la necesidad de su gente no podía retirarse sin esperanza alguna “Lo que sea.” Dijo el y la diosa asintió escuchando en su voz la convicción para cumplir con sus palabras. “Una vida necesito para caminar en tu mundo, una vida que deberá de ser tomada por tu propia mano para darme un medio de entrada en tu mundo.” -
 
-Tras estas palabras de la diosa el divino manto que cubría a la mujer floto hacia la mano de Eniel forjándose en forma de daga y dejando tras de si el cuerpo mortal de la mujer a la que envolvía que para sorpresa de Eniel era Dalia. Su amor a quien tantas noches había llorado como perdido en los ataques de los primeros años. Dalia la única mujer a quien alguna vez entregara su ser entero y en lo más profundo de su corazón fuera la causa de que nunca se rindiera en esta guerra al no estar dispuesto a permitir que otros murieran como lo había hecho ella. Y terriblemente Eniel comprendió en ese momento la vida que debería de acabar.-

-La daga susurraba en su mente por el corazón de Dalia, hacía que su mano empezara a moverse amenazadoramente mientras se acercaba a ella. Todo su ser se hallaba consumido por el hambre de la daga que clamaba por el corazón de su amada y en los ojos de ella comprensión, amor e incluso aceptación entre las lágrimas.-


-Eniel logro imponerse por un instante al poder de la daga, la fuerza de su amor dándole un momento para desenvainar su espada con la otra mano y en su desesperación cortar su propio brazo. Y después de ello y el terrible dolor la oscuridad de haber perdido la conciencia.-

-Cuando Eniel despertó estaba recubierto de un inmenso poder, sintiendo la fuerza de la divinidad en su interior. Su conciencia expandiéndose y poco a poco comprendiendo que la diosa le había brindado el poder que necesitaba para salvar a su gente. Pero aun así Eniel sin abrir los ojos lloraba. Pues lo envolvían dos fríos brazos. Y no deseaba abrirlos para contemplar la verdad. Pues el cuerpo de su amaba yacía frío  y pálido sobre él, la extraña daga atravesando su corazón aun sujeta por la mano que se había cortado.
  Pudo ver a través de los ojos de la diosa como Dalia se había sacrificado para traer a este mundo a la diosa. Para salvarlo a él y al reino de Tiardos. Pudo verla hermosa y decidida, tan llena de amor que no dudo ni un instante en tomar su propia vida y desplomarse sobre el en un último abrazo.-

-Eniel logró salvar a su pueblo con el poder de Sehanine, y el Reino construyo un gran templo en su honor nombrándola su protectora. Eniel había conseguido salvarlos sacrificándolo todo para ello. Y desde esa vida hace ya casi 5000 años no he vuelto a ver a mí amada Dalia. Pues ella no era una Deva y jamás podremos estar juntos.-

Alara calló después de esto, las lágrimas cubriendo su rostro y en algún momento de la historia sin pensarlo había caminado a las puertas de oro y plata que habían tomado del templo. Su mano suavemente acariciando el rostro de la mujer grabada en esta.

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