Los oscuros cielos atestiguan nuestra marcha, las estrellas iluminan nuestro viaje, nuestro hogar hace mucho quedo atrás pero aun atado a nuestras almas llamándonos en los susurros del viento, y frente a nos otro un mundo desconocido e inclemente.
Aun puedo sentir la suave caricia de la arena de Ranoch si me esfuerzo aun puedo recordar los hermosos jardines bañados por la luna, oler el perfume que estornudaban las flores por las mañanas y el canto de las aves ocultas en los arboles.
Ahora soy el único que queda que vio las tierras de nuestro hogar, miro a mi alrededor y solo veo rostros jóvenes, niños no mayores de lo que fui yo cuando tuvimos que escapar. Víctimas de nuestra propia soberbia sin mas recuerdos de nuestra tierra que las historias que les legamos, víctimas inocentes los monstruos que creamos.
Miro atrás al río de plata que nos a llevado estos años iluminado por las lágrimas de los nuestros, lágrimas de añoranza por nuestra tierra perdida, de miedo ante el enemigo que acecha, de impotencia al ver a nuestros hijos padecer, lágrimas de desesperación de aquellos que ahora yacen en tierras extranjeras en las cuales jamas fueron bien recibidos.
Hoy mi vida se apaga y mi alma se prepara para unirse al jardín de Andraste y mis lágrimas se u en al río temo por los niños que quedan atrás, niños que nunca han conocido otra vida que la que nos da esta viaje, una vida llena de prejuicios y odio a nuestro pueblo y temo que sea la única vida que leguen a conocer.
Santa Elimine, Andraste cuiden de ellos y permitan les encontrar el camino a su hogar.
Keelah se'lai
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